jueves, 22 de septiembre de 2016

CAPÍTULO 2



CÉSAR: LA AVARICIA

David inició su experiencia profesional en Huelva. El bosque umbrío de la Sierra, las dehesas de encinas y las explotaciones mineras permitían que David disfrutara de su estancia allí.
El tiempo que David estuvo trabajando en Huelva se topó con varios personajes singulares en el hospital, pero sin duda uno le llamó la atención por encima del resto, César el estafador.
Era un día de invierno y David estaba de guardia nocturna, aunque la noche era tranquila no podía conciliar el sueño, casi nunca dormía cuando estaba de guardia. Tocaron al timbre y el celador abrió la puerta, un joven vestido de traje apareció con una anciana de la mano. El joven era bastante atractivo, alto, pelo castaño y ondulado, ojos azul cielo, boca muy sensual. Cuando David le vio, en seguida se dio cuenta de que ahí pasaba algo raro, el joven decía ser nieto de la anciana, le acompañaba a urgencias debido a que estaba bastante ahogada.
Tras anotar los datos de la anciana, el celador llamó a David. Este llamó a la anciana pero dio indicaciones de que pasara sola, ya que le tendría que revisar el pecho y quería mantener la intimidad de la mujer.
- Buenas Matilde, cuénteme, ¿qué le pasa? –dijo David ya en la sala de urgencias.
- Buenas doctor, pues resulta que últimamente me ahogo mucho, apenas puedo respirar –dijo la mujer con respiración entrecortada.
- ¿Desde cuándo le pasa?, ¿vive sola o con su nieto?
- Pues verá, desde hace unas semanas y vivo sola. Ese muchacho no es mi nieto, es un vecino muy amable que llegó al vecindario hace poco y me ayuda mucho en todo, dice que soy como su abuelita que murió, me hace mucha compañía.
- En cuanto al ahogo, le voy a mandar unos inhaladores y debe mejorar bastante. Perdone mi pregunta pero, ¿no tiene usted familia?
- No, mi marido murió el año pasado y nunca tuvimos hijos, es una pena tener una casa tan grande y no tener a nadie con quien compartirla, menos mal que he conocido a César –dijo la mujer aliviada.
- Pues aquí tiene la receta Matilde, quizás vaya la semana que viene a hacerle una visita a ver cómo sigue.
- Me encantaría doctor y así le enseño mi casa.
La mujer salió de la consulta y César le cogió el brazo preguntándole en el oído que tal estaba y dándole un dulce beso en la mejilla, las miradas de los dos hombres se cruzaron una sola vez y quizás no más de un par de segundos, fue suficiente para que David sintiera en su interior que ese tipo no era de fiar.
Una semana después, David fue a visitar a la anciana a su casa. Al llegar, revisó varias veces que la dirección era correcta, ya que la casa parecía totalmente un palacio. Sin más preámbulo, tocó a la puerta, la mujer no tardó en abrir la enorme puerta de la entrada.
- Hola doctor, ¡qué alegría verle por aquí! – dijo la mujer sonriendo.
- Veo que se encuentra mucho mejor, ¿está sola en casa? – David asomó tímidamente la cabeza y vio cuadros de obras de arte, muebles muy elegantes y caros,...
- Ahora sí, César ha salido a comprar, desde el otro día se está quedando aquí, él necesita compañía al igual que yo y así me siento más segura. Pero, no se quede en la puerta, pase y vea la casa, ¿quiere tomar algo, tengo de todo en la despensa?
- No, la verdad es que era una visita rápida, tengo bastante trabajo y solamente quería saber que se encontraba bien.
- Bueno espero que pueda venir en otra ocasión con menos prisa, me gustaría enseñarle mi colección de obras de arte.
David salió de la casa y pensó que tenía que llegar al fondo de este asunto. ¿Era César un joven bueno que se sentía solo y ayudaba a una pobre anciana de forma desinteresada? o por el contrario ¿era un joven que quería aprovecharse de la anciana y robar su dinero? Para resolver la cuestión, David empezó a vigilarle. Cuando salía del hospital lo seguía, lo observaba desde las sombras, cada movimiento del joven, sabía a la hora que salía y lo que hacía, nada escapaba a los ojos de David.
César tenía acceso a las cuentas de la anciana, manejaba su dinero a su antojo y claro está, no dudaba en comprarse algún capricho que otro. Entre otras cosas, César había adquirido en los últimos días un coche deportivo valorado en doscientos mil euros, trajes de mil euros cada uno,... Gracias a la anciana se codeaba con gente de poder adquisitivo alto, Matilde no iba a ser la única víctima del estafador, era tan solo el principio, su principal pecado era la avaricia y siempre quería más. Por su afán de conseguir el dinero, sería capaz de cualquier cosa.
David lo tuvo claro, César sería uno de sus elegidos. Una noche a altas horas de la madrugada, se acercó a la casa de la anciana Matilde y metió un sobre rojo en el buzón, a nombre de Sr. D. César Martín.
César se despertó temprano como cada día y salió de casa. Vio que en el buzón había cartas y lo abrió. No estaba dispuesto de que a la "vieja" le escribiera algún familiar lejano interesándose por ella, no después de estar meses cuidándola y ganándose la fortuna. Entre cartas de facturas se pudo distinguir un sobre rojo con un olor bastante agradable. Después de abrir dicho sobre el olor a perfume se acentuó bastante, la carta perfectamente doblada decía así:
Estimado Sr. D. César Martín, tengo el gusto de invitarle al evento más esperado del año. Le informo de que usted es una de las siete personas elegidas para asistir a este innovador proyecto. Vivirá un fin de semana de lujo en pleno corazón de Cabo de Gata, donde solo tendrá que preocuparse de llegar puntual el día indicado. La comida, estancia y demás comodidades corren a cargo del anfitrión.
Su asistencia es totalmente obligatoria. Ver dirección, día y hora al dorso.
César le dio la vuelta a la carta y leyó:
Cabaña "Las Colinas" Pozo de los Frailes, Níjar (Almería)
Día 7 de Julio a las siete de la tarde, no faltes.
Este debe ser alguno del club de golf, pensó César sonriendo. "Encontrar a esta vieja me ha venido de lujo y nunca mejor dicho, a ver si se muere ya, por fin conseguí su confianza y que me deje todo su dinero en el testamento". César ya soñaba despierto y se veía rodeado de riquezas.
César guardó el sobre en su chaqueta y fue al club de golf a tomarse unas copas con un director de banco que había conocido días atrás, estaba bastante feliz con esa invitación misteriosa, acudiría sin pensarlo a ella.

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