viernes, 30 de septiembre de 2016

CAPÍTULO 5



MARCO: LA IRA
Tras una pequeña temporada en Cádiz, el destino de David fue Córdoba. Provincia rica en patrimonio musulmán, la preciosa Mezquita debes visitar si allí te has de hospedar.
Nuestro Doctor tenía que hacer una sustitución de una compañera que estaba de baja. Como era habitual en él, estaba de guardia nocturna. Para nuestro protagonista, era un placer trabajar de noche, ya que podía observar a la gente desde las sombras, desde la oscuridad. Cuando el sol se escondía, las personas sacaban su lado más oscuro. A sus compañeros no les hacía mucha gracia trabajar a esas horas, pues su familia les esperaba, pero a David no le esperaba nadie.
Eran las tres de la madrugada y llegó un chico de 16 años en la ambulancia, herido de arma blanca, por suerte la navaja no le perforó ningún órgano vital y el joven se recuperaría de la herida. Cuando el chico estaba consciente, David fue a la habitación a verle.
-Buenas, me llamo David y soy médico de urgencias, ¿me puedes explicar que ha pasado? – David observaba el cuerpo del chico, estaba lleno de moratones y arañazos, era un joven bastante delgado, moreno y bajito.
- No ha sido nada Doctor, estoy mejor –dijo el chico con cara de preocupación.
- Tranquilo, no tengas miedo, lo que me cuentes no saldrá de aquí –David quería ganarse la confianza del muchacho, para que éste le contara realmente lo sucedido.
- Seguro que vendrá la policía a hacerme preguntas.
- Yo no soy policía, puedes confiar en mí, soy un profesional y tengo el secreto de confesión como los sacerdotes –David sonrió y el chico también lo hizo.
- Está bien, me llamo Lucas y formo parte de una banda. Este es nuestro símbolo –expresó Lucas enseñándole a David un tatuaje de una serpiente.
- ¿El que te hizo la herida es de tu banda o de otra? –preguntó directamente David.
-Es de la otra, de la banda tigres. Ese tipo atacó a un amigo mío y fui a hablar con él, yo no llevaba armas, al verme el tatuaje me atacó y me dejó allí tirado.
Cuando estaban los dos hablando, llegó un chico más mayor, de unos 35 años y empezó a gritar:
- ¡Lucas eres imbécil! ¿Por qué fuiste a su casa solo?, ¿piensas que eres un héroe o algo parecido? –gritó el desconocido.
- Perdone pero debe tranquilizarse, soy David, el médico de urgencias y el chico está bien –David intentó relajarle.
- Yo soy Marco y si Lucas está bien se viene conmigo ahora –el hombre se acercó a la camilla de Lucas con intención de llevárselo.
- No puede irse todavía, lo siento pero debe quedarse esta noche en observación –David salió de la habitación.
El chico más mayor no tardó mucho en salir, iba bastante enfadado Era alto, atlético, rubio, sus ojos eran marrones oscuros, llevaba una chaqueta de cuero negra y un pantalón vaquero negro. También tenía la serpiente tatuada en el brazo, pero bastante más grande que la de Lucas. David volvió a entrar en la habitación del chico para hablar con él:
- ¿Ese chico es tu hermano?
- No, es mi primo doctor, él es el líder de nuestra banda –Lucas bajó la mirada, se le veía bastante preocupado.
- ¿Qué ocurre?, ¿Habéis discutido verdad?
- Sí, yo le intento convencer de que hablemos con la banda de los tigres, tenemos que dejar esta guerra, pero él se niega, quiere ir a por el líder de la banda. Me ha dicho que no le diga nada a nadie.
- Tranquilo, ya te he dicho que puedes confiar en mí, ahora descansa y recupérate.
Marco era un tipo duro, líder de la banda serpientes, no podía admitir que agredieran a uno de los suyos. Tenía antecedentes por peleas callejeras, no sabía otra forma de comunicarse, solo hablaba con los puños. Nacido en una familia humilde, nunca tuvo posibilidad de estudiar, era un chico criado en la calle.
David estuvo observando sus movimientos, se reunía en un local apartado con los demás miembros de la banda, estaban preparando un ataque masivo. David se acercó con cautela a una ventana del local, era de noche y él estaba acostumbrado a estar oculto en las sombras. La voz de Marco resonaba:
- Le daremos a ese asqueroso tigre de su propia medicina, ¿Quién está conmigo? –gritaba Marco sin cesar.
- Estamos contigo jefe –la mayoría asentían convencidos, todos menos uno que agachó la cabeza.
- ¿Y tú con quien estás? –dijo Marco al muchacho con tono amenazante.
- Estoy con vosotros pero no quiero que me pinchen al igual que a tu primo –dijo el chaval con voz baja.
- ¿Lo habéis oído chicos?, eres un completo cobarde, deberías haber sido tú y no mi primo, ahora sal de aquí, ya no eres uno de los nuestros y como avises a los tigres de nuestro ataque iré en persona a por ti –Marco empujó al chico hasta la puerta.
David, que fue testigo de todo desde la ventana, llamó al chico desde el coche. El chico se acercó y David le invitó a subir:
- Sé lo que está pasando, no soy policía ni miembro de una banda, tan solo soy el doctor del primo de Marco, él está preocupado por esta guerra y quiero ayudarle –explicó David al chico.
- ¿Qué puedo hacer yo? Supongo que has oído que estoy fuera de la banda.
- Solo necesito que le entregues esto a Marco, no puedes leerlo ni decirle quien te lo dio y te prometo que esta guerra acabará pronto –David entregó un sobre rojo al chico.
- Está bien, lo haré, no solo estamos en peligro nosotros, también nuestras familias.
David acompañó al chico a su casa y se despidió de él. Al día siguiente, el chico le entregó en mano el sobre a Marco:
- ¿Qué mierda es esto? –dijo quitándole el sobre de la mano al chico.
- Me lo dio anoche un señor para ti, me dijo que eres un elegido y que no podía leerlo.
- Está bien, ahora esfúmate de mi vista, cobarde.
El chico se fue y Marco abrió el sobre rojo:
Estimado Sr. D. Marco Robles, tengo el gusto de invitarle al evento más esperado del año. Le informo de que usted es una de las siete personas elegidas para asistir a este innovador proyecto. Durante ese fin de semana, podrá aprender técnicas de combate con los mejores profesionales de la comarca, también habrá comida en abundancia y chicas muy guapas en la fiesta nocturna.
Su asistencia es totalmente obligatoria. Ver dirección, día y hora al dorso.

lunes, 26 de septiembre de 2016

CAPÍTULO 4


JUAN: LA LUJURIA
Era un día rutinario en la vida de Juan. Nacido en la provincia de Cádiz, se había convertido en los últimos años en un abogado bastante cotizado. Lejos de ser feliz por ello, Juan necesitaba otro tipo de motivación.
El despertador sonaba a las 6 y media de la mañana. Como cada día desayunaba tostadas y café con leche. Después se vestía con traje y corbata, casi siempre la de color rojo pasión, luego se echaba su perfume favorito y salía de casa. Conducía hasta el buffet donde trabajaba, aparcaba siempre en la misma plaza. La relación con sus compañeros de trabajo era buena, pero nunca quedaba con ellos para tomar algo, no quería que descubrieran su lado oscuro.
Tras la jornada laboral, que cada día se le hacía más pesada, Juan iba a comer algo al restaurante de la esquina. Era un hombre de cuarenta años, pelo canoso, delgado y bastante guapo, eso le ayudaba bastante para encontrar alguna presa, como él las llamaba.
Siempre se sentaba en la misma mesa, junto a la ventana, donde podía divisar todo lo que sucedía dentro del local y fuera en la calle. Allí podía pasar horas, observando y analizando a cada chica que se acercara, normalmente las buscaba jóvenes pero también podía hacer excepciones.
Después de una hora, apareció una chica de unos 20 años, era rubia, delgada y de grandes ojos marrones. Se acercó a la barra a pedir una cerveza, iba sola y se le veía preocupada por algo. Juan se levantó y se sentó a su lado en la barra:
- ¿Un día duro?- preguntó a la chica.
- Sí, más o menos –la chica respondió sin levantar la vista de la cerveza.
Su cabello era largo y ondulado, le caía sobre sus hombros y acariciaba sus mejillas de porcelana.
- Deja que te alegre la tarde- Juan llamó al camarero y le dijo que pagaba lo de la chica.
- Gracias –la chica levantó la vista y miró a Juan fijamente.
Jess se fijó en los rasgos marcados de aquel hombre, aun siendo maduro era bastante atractivo. Sus ojos eran bastante brillantes, cuando le miraba debía apartar la vista, pues esos ojos penetraban hasta lo más profundo de su ser.
- Perdona pero no me he presentado, mi nombre es Antuan y mi día también ha sido una basura hasta que te vi llegar.
- Yo soy Jess, encantada de conocerte –la chica se acercó y le dio dos besos en la mejilla.
Cuando "Antuan" se le acercó, pudo oler ese perfume, era masculino y fresco, debía de ser un hombre de negocios, bastante sofisticado y responsable.
Estuvieron hablando durante una hora en el local. La muchacha le contó que había suspendido un examen muy importante de la universidad y se quedaba sin beca. "Antuan" le contó que le habían despedido, que se sentía solo y deprimido.
Después salieron a dar un paseo, Juan la invitó a un helado, fueron al parque y siguieron charlando. La chica se sentía a gusto con aquel hombre, se estaba portando bien con ella, parecía bastante agradable. Las horas se pasaban como si fueran minutos, Antuan le hacía reír, cosa que no hacía mucho últimamente. Dos horas después estaban en una habitación de hotel que Juan pagó para la ocasión:
- Pasa y ponte cómoda Jess –dijo Juan con energía y fue a por dos copas del mini bar.
- Gracias, muy bonita la habitación –la chica se sentó en el sofá.
- Toma, vamos a brindar por nosotros –Juan le dio la copa a la chica.
- Por nosotros y por esta maravillosa tarde.
Antes de que la chica soltara la copa, Juan se abalanzó sobre ella y la besó. La chica se dejó llevar. Juan le quitó la ropa con energía, la cogió de la cintura, la empujó contra el sofá, se bajó la cremallera del pantalón y la penetró de forma salvaje. La chica poco a poco se fue sintiendo incómoda, cada vez que le penetraba, lo hacía con más fuerte:
- ¡Antuan para por favor, me estás haciendo daño! –la chica intentaba desprenderse de Juan, pero era demasiado fuerte.
- Calla y disfruta, puta.
- Déjame, no me gusta, para por favor –ella seguía luchando por soltarse, pero Juan le cogía las manos fuertemente.
La chica desistió y se quedó allí tumbada, las lágrimas recorrían sus ojos y en su mente solo había una cosa, el deseo de que terminara ya para poderse ir a casa. Cuando Juan se corrió se levantó del sofá, la miró de forma despectiva y le dijo:
- Venga ya Jess, no llores, si te ha gustado, solo me he emocionado un poco. Soy de sangre caliente, ya sabes –Juan quitaba importancia a lo ocurrido.
- Te dije que pararas porque me hacías daño y no me escuchaste –dijo la chica vistiéndose y secándose las lágrimas de sus suaves mejillas.
- Bueno lo siento, no te pongas así, la próxima vez seré más suave –Juan le acarició el pelo a la chica.
- No va a haber próxima vez, quita, me voy a casa –la chica quitó la mano de Juan de su cabeza.
- Espera, te voy a enseñar una cosa – Juan se acercó al fondo de la habitación y cogió un peluche, sacó un aparato de detrás de éste.
- ¿Qué es eso? –preguntó Jess preocupada.
- Es una cámara, todo lo que ha pasado aquí está grabado, si por un caso se te ocurre decir que te he forzado o cualquier mentira similar, esta grabación va directa a internet, a ver que gracia le va a hacer a tus papis que te vayas con el primer tío que pillas a follar.
- Tranquilo que no diré nada, solo quiero irme a casa y olvidar todo esto –la chica salió de la habitación con lágrimas en los ojos.
- Adiós Jess, cuídate mucho preciosa- Juan sonreía mientras se cerraba la puerta.
La chica salió dando un portazo. Juan cogió su maletín, dentro había una pequeña libreta y un pc. Abrió la libreta por la última página escrita y empezó a escribir:
Chica número 35, Jess 20 años, rubia y delgada universitaria.
Cerró la libreta y pasó la grabación al pc, creó una nueva carpeta, la número 35 y metió la grabación allí. Quiso volver a verla mientras se masturbaba. Y este era un día normal en la vida de Juan.
Le gustaba ver a las chicas cara a cara, no por internet. Se ganaba su confianza, se inventaba una vida y un nombre falso, alquilaba una habitación de hotel, las usaba a su gusto y antojo, algunas cedían antes, a otras había que empujarlas un poco, después las amenazaba con subir a internet la grabación y ya está, no fallaba, se acojonaban y no soltaban prenda. Pero a veces las cosas no salen del todo bien.
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Un mes más tarde, David se encontraba en Cádiz, ciudad llamada "la tacita de plata", famosa en Andalucía por sus carnavales en el Gran Teatro Falla. Al ser verano, había muchos médicos de vacaciones y debía hacer bastantes guardias nocturnas. A él le gustaba mucho la noche y como no era de dormir mucho, no le importaba estar trabajando. Aquel día su compañera de guardia era una chica bastante amable, Lidia.
Lidia era psicóloga y era la primera vez que trabajaba en un hospital. Aunque David no era muy hablador, habían creado cierta amistad en poco tiempo.
El timbre no tardó en sonar, eran dos chicas. Una era alta y morena, la segunda un poco más bajita, rubia. El celador le tomó nota y pasaron a la sala de urgencias. Lidia le dijo a David que le acompañara con las chicas. Los cuatro se sentaron y Lidia empezó a preguntar:
- ¿Tú nombre es Jess? –preguntó Lidia.
- Sí –dijo la chica tímidamente.
- A ver Jess, cuéntame que te pasa.
La chica se puso roja y no sabía que decir. Su amiga habló:
- Doctora tiene un retraso, estuvo con un tío una tarde y ahora puede que esté embarazada –miró a Jess y ésta bajó la cara.
- ¿Cuándo fue tu última regla?
- Hace más de un mes –contestó Jess mirando hacia abajo y mordiéndose las uñas.
Lidia se levantó y llamó a David fuera de la sala de urgencias:
-David creo que aquí pasa algo raro, la chica está muy nerviosa, quiero hablar con ella a solas, luego te comento.
-Está bien, me llevaré fuera a la amiga –David entró, llamó a la chica y salieron fuera los dos.
Media hora después, salieron Lidia y Jess de la sala. La amiga de Jess se había tenido que ir, ya que la llamaron sus padres. Lidia le dijo a David que la acompañara a su casa en coche, ya que se había hecho tarde. Llegando a la casa de la chica, pasaron por la puerta del local, donde Jess había conocido a "Antuan".
- ¡Ese es el local!, dígaselo a la doctora, no recordaba el nombre –dijo Jess señalando por la ventana del coche.
- Está bien yo se lo diré.
David llegó al hospital y estuvo hablando con Lidia:
- David esa chica ha sido violada, le he dicho que denuncie al tío que le hizo eso, pero no quiere, prefiere pasar página –comentó Lidia preocupada.
- Me ha dicho algo de un local.
- Sí, donde le conoció. Dice que el tipo estaba allí comiendo.
- ¿Cómo es el tipo?, lo digo por si viene alguna chica más con esa descripción o algo.
- Dice que es alto, canoso, de unos cuarenta años, tenía un maletín negro y vestía de traje y corbata. Me ha comentado que tenía además un olor característico.
- Ok, estaremos atentos.
Al día siguiente David fue a comer al local y estuvo esperando hasta que le vio, supo perfectamente que era él. Estaba solo con su maletín negro, comiendo en la mesa de la esquina y observando por la ventana. Terminó de comer y siguió allí observando, de repente se levantó con prisa, pagó la comida y corrió fuera. David hizo lo mismo y le siguió. Estaba hablando con una chica joven y ayudándole a recoger unos libros del suelo.
David pensó que debía hacer algo para que no fuera su siguiente víctima pero quería asegurarse antes. Entraron los dos en el local y pidieron un par de helados que pagó él, salieron y fueron paseando hasta el parque. Tras un rato de paseo, el tipo cogió a la chica por la cintura de forma cariñosa y fueron a un hotel cercano. Pidieron una habitación y subieron. David pidió una habitación justo al lado, si se pegaba a la pared podía escucharles hablar. De repente, se quedaron en silencio y justo después, escuchó un fuerte ruido. David salió al pasillo, corrió hasta que vio la alarma de incendios, rompió el cristal y pulsó. Cuando la alarma sonó no tardaron en salir corriendo todos los huéspedes de la planta, incluyendo a la chica que iba semidesnuda y al tipo del traje que iba subiéndose la cremallera. David aprovechó para averiguar el nombre del tipo del traje, en el libro de registro del hotel no podía mentir con su identidad.
El dueño del hotel estuvo revisando y observó que todo había sido una falsa alarma. Así que cada cliente volvió a su habitación, la chica ya se había ido aprovechando la muchedumbre. David le dio un sobre rojo a la recepcionista, alegando que se le cayó a un hombre de traje con maletín negro y se fue.
"Mierda, mierda y mierda", Juan no dejaba de repetirse esa palabra, quien cojones le había jodido el polvo, mejor será que vaya a buscar a otra antes de que se haga de noche, que entonces me cuesta más. Cuando estaba a punto de salir por la puerta, la recepcionista le entregó un extraño sobre rojo. Lo abrió con curiosidad:
Estimado Sr. D. Juan Gómez, tengo el gusto de invitarle al evento más esperado del año. Le informo de que usted es una de las siete personas elegidas para asistir a este innovador proyecto. Durante ese fin de semana, estará rodeado de chicas jóvenes y guapas, también habrá toda clase de bebida, comida... Tendrá una habitación doble solamente para usted. Su asistencia es totalmente obligatoria. Ver dirección, día y hora al dorso.
Juan guardó el sobre en el bolsillo con una sonrisa en la cara y salió fuera del hotel.

sábado, 24 de septiembre de 2016

CAPÍTULO 3

MIGUEL: LA GULA 

Tras su estancia en Huelva, David fue trasladado un par de meses a la capital de Andalucía, Sevilla. Ciudad romana, moderna, festiva, torera, los adjetivos para describir esta ciudad se quedaban cortos. David destacó de ella La Giralda y la Torre del Oro, monumentos de gran belleza. Los días en el hospital pueden ser muy agobiantes y muchas veces, David y sus compañeros de profesión bajaban a tomarse un café a la cafetería del hospital, así aprovechaban para charlar. Él no hablara casi nunca, pero siempre estaba atento a lo que decían los demás.
Aquel día soleado, era feria en Sevilla y el hospital estaba poco transitado, así que dos compañeros y David fueron a tomar algo a la cafetería.
- Chicos, no os acomodéis mucho, que esta noche seguro que es movidita –dijo Frank
- Es cierto, seguramente llamará el tipo ese, ¿Cómo se llamaba?- preguntó Gómez
- ¿Te refieres a Miguel no? –preguntó Frank.
- ¿Quién es Miguel? –consultó David en voz baja
- El tipo obeso y drogadicto, el que vive en el barrio "chungo". Siempre que vamos está rodeado de basura y rozando la sobredosis, por mucho que le digamos no hace caso a nuestros consejos.
- ¿Tiene familia? – dijo David con curiosidad
- Pues no creo, si la tiene seguro que no quieren saber nada de él, la verdad es que se lo ha buscado. A mí no me da ninguna pena –Gómez hablaba con total sinceridad.
Diez minutos después les sonó el busca, necesitaban ayuda urgente con un paciente. La sorpresa para David es que iba a conocer al famoso Miguel. Cuando los compañeros de urgencias le estabilizaron, David se acercó a verle. Estaba sedado, apenas entraba en la camilla, estaba sucio y descuidado. David leyó su informe:
Paciente de 30 años con obesidad mórbida, ingresa de urgencias debido a una ingesta indebida de pastillas y alcohol.
Su horario de trabajo ya había concluido, pero David seguía allí sentado al lado de la camilla de Miguel. En su mente creaba varias historias de la vida de aquel hombre, pero ninguna tenía sentido. Tan solo tenía 30 años, era joven, podía estudiar o trabajar, encontrar a una chica, ser feliz, cualquier cosa menos matarse lentamente comiendo y drogándose.
Cuando David estaba cerrando los ojos por el cansancio, Miguel se despertó quejándose:
- ¡Ay!, me duele todo, ¿Dónde estoy?, ¿Quién eres tú?- gruñó Miguel de mala gana.
- Hola Miguel, soy David, estás en el hospital. Estate tranquilo, que estás a salvo.
- Mierda, yo no debería estar aquí - Miguel se tapó la cara con las dos manos.
- ¿Has intentado suicidarte?- preguntó el doctor.
- ¿Piensas acaso que eres mi padre? Si vienes a darme consejos, vete por donde has venido – expresó Miguel con desprecio, señalando la puerta.
- ¿Puedo preguntarte el porqué de todo esto?- dijo David con curiosidad.
- ¿Quieres que te cuente mi asquerosa vida? Pues no hay nada, no tengo ningún trauma infantil, ninguna novia me rompió el corazón, nadie me maltrató. Tan solo quiero comer y drogarme, el tiempo que esté en este mundo lo voy a vivir a mi manera, eso es todo. Ahora que ya sabes mi historia, haz que me traigan algo de comer, que me ruge el estómago.
David se levantó y salió de la sala de urgencias dando un portazo y suspirando, empezaron a sudarle las manos. Intentaba creer que le había mentido, que era todo fachada. Pensó que debía irse ya a casa, había sido un día bastante completo, necesitaba descansar. Mañana investigaría la vida de Miguel, para saber si decía la verdad o no.
Era su día de descanso, pero en vez de darse un paseo y desconectar, David fue al hospital, directamente a buscar la historia de Miguel. Efectivamente tenía padres, anotó la dirección y cogió el coche. Aunque sus compañeros mencionaron que Miguel vivía en un barrio "chungo", sus padres vivían en una urbanización bastante bonita. David bajó del coche y llamó a la puerta:
- ¿Quién es? –dijo una voz masculina.
- Hola, soy David, venía preguntando por Miguel.
El hombre abrió la puerta con cierta sorpresa, después de mirar a David de arriba abajo preguntó:
- ¿De qué conoce usted a mi hijo Miguel? –dijo el hombre mirando a David.
- Trabajo en el hospital de Sevilla y ayer ingresó por una sobredosis, está estable pero sé que no es la primera vez que va al hospital por drogas. Además está muy descuidado, tiene obesidad mórbida y dice que le da igual todo.
- Ni su madre ni yo podemos ayudarle con Miguel, le hemos llamado y no nos coge el teléfono, vamos a su casa y no nos abre la puerta. Realmente no sabemos porque se comporta así, dice que es su vida y que no nos metamos en ella. Nos duele y mucho porque es nuestro hijo, pero si el no quiere cambiar, ¿qué podemos hacer nosotros?
La cara del padre de Miguel lo decía todo, estaba preocupado y decepcionado a la vez con su hijo y se sentía impotente. David insistió:
- ¿No saben si ha tenido algún problema con alguien?
- Para nada, no puede tener problemas porque no sale de su antro, pide la comida basura por internet, al igual que las drogas, quiere vivir alejado del mundo.
- ¿Su hijo podría intentar suicidarse? –consultó el doctor.
- Mi hijo es un cobarde, no se quitaría la vida, morirá cualquier día, pero será porque su corazón diga basta. Le agradezco mucho que se haya desplazado hasta aquí y que se haya interesado por mi hijo, pero le doy un consejo, no pierda el tiempo con él.
David le estrechó la mano al hombre y se fue de allí. Se quedó helado, normalmente la gente entra en depresión y se aísla del mundo debido a algo, no porque elijan vivir así. David pensó que Miguel sería uno de sus elegidos. La vida es un regalo y este hombre no lo estaba aprovechando. Se estaba matando lentamente, había alejado a todos de su vida.
Miguel volvía a casa después de que le dieran el alta en el hospital, abrió la puerta de su casa y entró de lado como siempre. Estaba todo lleno de cajas vacías de pizza, envoltorios de hamburguesas, botes de pastillas,...
Lo primero que hizo fue pedir una pizza, ya que no había comido apenas durante los dos días que estuvo en el hospital y tenía mucha hambre. Los de la pizzería ya le conocían, le tocaban a la puerta y le dejaban la pizza en el suelo, Miguel miraba por la mirilla, abría la puerta lo suficiente como para poder meter la mano y pagarle, el chaval le daba la vuelta de igual modo y se iba. Esperaba que se fuera el chico en la moto y abría la puerta para coger la pizza. No quería que nadie le viera.
Aquel día hizo lo mismo de siempre, pero cuando abrió la caja de pizza, encontró un sobre rojo dentro de ella y no había rastro de comida. Miguel se levantó y abrió la puerta buscando al repartidor para reclamarle su pedido, pero éste ya se había marchado.
Cuando volvió a su sillón, abrió el sobre rojo que tenía un olor muy agradable y lo leyó con curiosidad:
Estimado Sr. D. Miguel Crespo, tengo el gusto de invitarle al evento más esperado del año. Le informo de que usted es una de las siete personas elegidas para asistir a este innovador proyecto. Durante ese fin de semana, no faltará cualquier tipo de comida que desee, también habrá otro tipo de sustancias. Tendrá una cama de matrimonio en exclusiva para descansar y evadirse de los demás elegidos.
Su asistencia es totalmente obligatoria. Ver dirección, día y hora al dorso.
A Miguel se le hizo la boca agua, imaginaba un salón lleno de comida de todo tipo y de cualquier país. También se podía tomar alguna pastillita para disfrutar a lo grande. Que se preparen los demás, porque él no iba a compartir la comida.
Ese día David comió pizza, la verdad es que mereció la pena darle la propina al repartidor y hacerle el cambiazo a Miguel. Se sintió gozoso al saber, que esa carta era ideal para Miguel, ya que éste hombre no se desplazaría fácilmente.

jueves, 22 de septiembre de 2016

CAPÍTULO 2



CÉSAR: LA AVARICIA

David inició su experiencia profesional en Huelva. El bosque umbrío de la Sierra, las dehesas de encinas y las explotaciones mineras permitían que David disfrutara de su estancia allí.
El tiempo que David estuvo trabajando en Huelva se topó con varios personajes singulares en el hospital, pero sin duda uno le llamó la atención por encima del resto, César el estafador.
Era un día de invierno y David estaba de guardia nocturna, aunque la noche era tranquila no podía conciliar el sueño, casi nunca dormía cuando estaba de guardia. Tocaron al timbre y el celador abrió la puerta, un joven vestido de traje apareció con una anciana de la mano. El joven era bastante atractivo, alto, pelo castaño y ondulado, ojos azul cielo, boca muy sensual. Cuando David le vio, en seguida se dio cuenta de que ahí pasaba algo raro, el joven decía ser nieto de la anciana, le acompañaba a urgencias debido a que estaba bastante ahogada.
Tras anotar los datos de la anciana, el celador llamó a David. Este llamó a la anciana pero dio indicaciones de que pasara sola, ya que le tendría que revisar el pecho y quería mantener la intimidad de la mujer.
- Buenas Matilde, cuénteme, ¿qué le pasa? –dijo David ya en la sala de urgencias.
- Buenas doctor, pues resulta que últimamente me ahogo mucho, apenas puedo respirar –dijo la mujer con respiración entrecortada.
- ¿Desde cuándo le pasa?, ¿vive sola o con su nieto?
- Pues verá, desde hace unas semanas y vivo sola. Ese muchacho no es mi nieto, es un vecino muy amable que llegó al vecindario hace poco y me ayuda mucho en todo, dice que soy como su abuelita que murió, me hace mucha compañía.
- En cuanto al ahogo, le voy a mandar unos inhaladores y debe mejorar bastante. Perdone mi pregunta pero, ¿no tiene usted familia?
- No, mi marido murió el año pasado y nunca tuvimos hijos, es una pena tener una casa tan grande y no tener a nadie con quien compartirla, menos mal que he conocido a César –dijo la mujer aliviada.
- Pues aquí tiene la receta Matilde, quizás vaya la semana que viene a hacerle una visita a ver cómo sigue.
- Me encantaría doctor y así le enseño mi casa.
La mujer salió de la consulta y César le cogió el brazo preguntándole en el oído que tal estaba y dándole un dulce beso en la mejilla, las miradas de los dos hombres se cruzaron una sola vez y quizás no más de un par de segundos, fue suficiente para que David sintiera en su interior que ese tipo no era de fiar.
Una semana después, David fue a visitar a la anciana a su casa. Al llegar, revisó varias veces que la dirección era correcta, ya que la casa parecía totalmente un palacio. Sin más preámbulo, tocó a la puerta, la mujer no tardó en abrir la enorme puerta de la entrada.
- Hola doctor, ¡qué alegría verle por aquí! – dijo la mujer sonriendo.
- Veo que se encuentra mucho mejor, ¿está sola en casa? – David asomó tímidamente la cabeza y vio cuadros de obras de arte, muebles muy elegantes y caros,...
- Ahora sí, César ha salido a comprar, desde el otro día se está quedando aquí, él necesita compañía al igual que yo y así me siento más segura. Pero, no se quede en la puerta, pase y vea la casa, ¿quiere tomar algo, tengo de todo en la despensa?
- No, la verdad es que era una visita rápida, tengo bastante trabajo y solamente quería saber que se encontraba bien.
- Bueno espero que pueda venir en otra ocasión con menos prisa, me gustaría enseñarle mi colección de obras de arte.
David salió de la casa y pensó que tenía que llegar al fondo de este asunto. ¿Era César un joven bueno que se sentía solo y ayudaba a una pobre anciana de forma desinteresada? o por el contrario ¿era un joven que quería aprovecharse de la anciana y robar su dinero? Para resolver la cuestión, David empezó a vigilarle. Cuando salía del hospital lo seguía, lo observaba desde las sombras, cada movimiento del joven, sabía a la hora que salía y lo que hacía, nada escapaba a los ojos de David.
César tenía acceso a las cuentas de la anciana, manejaba su dinero a su antojo y claro está, no dudaba en comprarse algún capricho que otro. Entre otras cosas, César había adquirido en los últimos días un coche deportivo valorado en doscientos mil euros, trajes de mil euros cada uno,... Gracias a la anciana se codeaba con gente de poder adquisitivo alto, Matilde no iba a ser la única víctima del estafador, era tan solo el principio, su principal pecado era la avaricia y siempre quería más. Por su afán de conseguir el dinero, sería capaz de cualquier cosa.
David lo tuvo claro, César sería uno de sus elegidos. Una noche a altas horas de la madrugada, se acercó a la casa de la anciana Matilde y metió un sobre rojo en el buzón, a nombre de Sr. D. César Martín.
César se despertó temprano como cada día y salió de casa. Vio que en el buzón había cartas y lo abrió. No estaba dispuesto de que a la "vieja" le escribiera algún familiar lejano interesándose por ella, no después de estar meses cuidándola y ganándose la fortuna. Entre cartas de facturas se pudo distinguir un sobre rojo con un olor bastante agradable. Después de abrir dicho sobre el olor a perfume se acentuó bastante, la carta perfectamente doblada decía así:
Estimado Sr. D. César Martín, tengo el gusto de invitarle al evento más esperado del año. Le informo de que usted es una de las siete personas elegidas para asistir a este innovador proyecto. Vivirá un fin de semana de lujo en pleno corazón de Cabo de Gata, donde solo tendrá que preocuparse de llegar puntual el día indicado. La comida, estancia y demás comodidades corren a cargo del anfitrión.
Su asistencia es totalmente obligatoria. Ver dirección, día y hora al dorso.
César le dio la vuelta a la carta y leyó:
Cabaña "Las Colinas" Pozo de los Frailes, Níjar (Almería)
Día 7 de Julio a las siete de la tarde, no faltes.
Este debe ser alguno del club de golf, pensó César sonriendo. "Encontrar a esta vieja me ha venido de lujo y nunca mejor dicho, a ver si se muere ya, por fin conseguí su confianza y que me deje todo su dinero en el testamento". César ya soñaba despierto y se veía rodeado de riquezas.
César guardó el sobre en su chaqueta y fue al club de golf a tomarse unas copas con un director de banco que había conocido días atrás, estaba bastante feliz con esa invitación misteriosa, acudiría sin pensarlo a ella.

lunes, 19 de septiembre de 2016

CAPÍTULO 1


DAVID
Nos encontramos en un rinconcito de Andalucía, más concretamente en Almería, esta provincia constituye un placer difícil de encontrar en el Mediterráneo. Su costa indomable, playas de fina arena, calas hermosas, el gran desierto de tabernas, supone el lugar idóneo para que nazca nuestro protagonista.
David fue fruto de un embarazo no deseado, sus padres eran unos críos y cometieron un error. Ciertamente no estaban preparados para ser padres, el chico era adicto a la cocaína y la chica apenas tenía 14 años.
Cuando el chico nació, su joven madre le abandonó en la puerta de una casa enorme, tocó en ella y salió corriendo. Los dueños de dicha casa al abrir la puerta, se encontraron al pequeño semidesnudo, envuelto en una manta y con un sobre rojo debajo. La mujer cogió al bebé y su marido abrió el sobre que decía con mala letra:
"Cuidadlo vosotros por favor."
El matrimonio que no había tenido hijos, se encariñó del pequeño y lo criaron como su hijo. Le pusieron el nombre de David.
Cuando el niño fue creciendo, las diferencias que tenía con sus padres se hacían cada vez más notables. Era un chico solitario, introvertido, muy inteligente. Le gustaba investigar todo, observaba como actuaba la gente de su alrededor y era capaz de conocerles sin haber cruzado palabra con ellos.
A los trece años, David abrió un cajón y encontró el sobre rojo, al leerlo empezó a llorar y corrió a hablar con sus padres:
- ¿Por qué no me lo habías contado?-preguntó a su madre con voz temblorosa.
-No queríamos hacerte daño - contestó su madre con lágrimas en los ojos.
- ¿Es mejor engañarme de por vida?, ¿Quiénes son ellos?
-Cariño tus padres somos nosotros, te hemos criado y dado todo cuanto teníamos. No sabemos quiénes son tus padres biológicos, te abandonaron en la puerta de casa y se fueron, nunca más hemos sabido nada de ellos.
Ese descubrimiento supuso un antes y un después en la vida de David, aunque quería a sus padres adoptivos, la relación con ellos se enfrió muchísimo, apenas hablaba, comía lo suficiente para vivir, no salía de su habitación, se centró en formarse y estudiar.
A los 18 años, David entró en la Facultad de Medicina para cursar sus estudios universitarios, sus notas en Secundaria y Bachillerato habían sido sobresalientes, era uno de los alumnos más brillantes de su promoción. Al chico le gustaba mucho ayudar a la gente, sobre todo a la gente enferma, entenderlos y curarlos, así que decidió ser médico familiar.
Tras seis años cursando medicina general en la Universidad, David se graduó con unas notas excelentes. Con 25 años, David había terminado sus estudios, no tardó en encontrar trabajo. Una nueva empresa sanitaria privada, había emprendido un proyecto con hospitales por toda Andalucía y necesitaban un médico que fuera rotando un tiempo en cada provincia, al ver el expediente académico de David no dudaron en llamarle.
Físicamente era un chico delgado, alto, moreno, ojos marrones. Pasaba bastante desapercibido, se había acostumbrado a observar a la gente desde la sombra y a veces ni notabas su presencia.
Después de 6 años trabajando en hospitales por todas las provincias andaluzas, David se sentía decepcionado con el ser humano en general. Había visto gente joven muerta por peleas, niños asesinados por maltratadores, ladrones, violadores, dolor y espanto.
Esto le hacía recordar su nacimiento, sus padres seguramente lo abandonaran por ser unos drogadictos o simplemente por pereza de criarle. David pensó que tenía que hacer algo para acabar con todo esto, alguien tenía que dar una lección a esa gente. Empezó a estudiar a las personas que iban al hospital en cada provincia, elegirá personas que pecaran, gente mala, desechos de esta sociedad. Era el principio de su proyecto.