UNA CÓMPLICE INESPERADA
Durante la primera noche, algunos de los elegidos estaban bastante nerviosos, sobre todo Marco, que no dejaba de intentar salir de la casa sin ningún resultado.
Durante la primera noche, algunos de los elegidos estaban bastante nerviosos, sobre todo Marco, que no dejaba de intentar salir de la casa sin ningún resultado.
Todos estuvieron comprobando sus teléfonos móviles y
se dieron cuenta de que allí estaban totalmente incomunicados. Así que después
de ver las habitaciones, a las cuales tenían acceso, decidieron quedarse en el
salón comiendo un poco y viendo la tele.
Elena que era la más joven del grupo estaba bastante
asustada, se sentó en un sofá y empezó a llorar. Esther se acercó a hablar con
ella.
-
No te preocupes que
todo va a salir bien –dijo Esther.
-
No, no, no yo no
debería estar aquí, nada me sale bien, soy una desgraciada en la vida-sollozó
Elena.
-
En los carteles pone
que tu pecado es la envidia, todas sentimos envidia alguna vez en la vida, no
es un pecado grave, seguro que lo superas y sales de aquí- dijo Esther
consolando a la chica y abrazándola.
David presenció la escena desde su sótano oculto y entendió que Esther era
la más valiosa de entre los elegidos y quiso hablar con ella para proponerle
algo.
Cuando todos/as estaban en silencio se escuchó el megáfono diciendo:
“Señorita Esther suba a la segunda planta para escuchar su prueba, es
importante que suba sola y siga las instrucciones”
Esther subió las escaleras que llevaban a la segunda planta, estaba un poco
nerviosa, no sabía si vería allí a David, tenía tantas preguntas que hacerle.
En la segunda planta había varias habitaciones, pero todas las puertas
estaban cerradas con llave, no parecía que nadie estuviera allí, todo era
oscuro y olía bastante a cerrado. Cuando se disponía a bajar las escaleras, una
de las puertas se abrió lentamente, haciendo un ruido un tanto lúgubre. Esther
se acercó a la habitación y se sentó en una mesa donde había un ordenador
portátil con unos cascos. La puerta se cerró de golpe. Nada más había en esa
habitación, solo una mesa antigua de madera de roble, un ordenador bastante
moderno y una silla también antigua. Ella se puso los cascos y le dio a Enter
en el pc, allí estaba David, era una video llamada. Los ojos de Esther
empezaron a brillar al verle, y su corazón empezó a latir más deprisa. David
tenía buen aspecto y empezó a hablar bastante emocionado.
-
¡Hola Esther!, te
agradezco enormemente que hayas venido.
-
¡Hola David!, ¿dónde
estás?, ¿qué es todo esto? ¿qué quieres de mí y de los demás?
-
Esther las personas
que te rodean no son lo que parecen a simple vista, son malas, algunos han
hecho cosas horribles, estás conviviendo con un líder de bandas, con un
violador, con una rica soberbia, con un ladrón avaricioso,…
-
¿Y qué pinto yo en
todo esto?
-
Recuerdas cuando te
conocí, pasabas de todo, te daba igual estudiar, vivir, tu pecado es la pereza,
y tu prueba será ayudarme. Los dos juntos podemos hacer que esta gente cambie,
podemos hacer del mundo un lugar mejor.
-
No entiendo cómo puedo
ayudarte a eso.
-
Cada uno de ellos
tiene que pasar una prueba, si la pasan podrán irse a su casa, a vivir su vida,
siendo mejores personas.
-
¿Y si no la pasan?
¿qué pasaría con ellos/as?
-
No deben seguir
viviendo, seguirán haciendo daño por donde vayan, haremos una pequeña limpieza.
-
¿Quieres que les mate
David?, ¿mi prueba es pasar de perezosa a asesina?-creo que se te ha ido un
poco de las manos.
-
Tengo seis frascos de
arsénico preparados, pueden ser bebidos o ingeridos con comida, ese veneno es
totalmente inodoro, incoloro e insípido. Sus síntomas son como una intoxicación
alimentaria. Y no te equivoques, Esther, ellos/as pueden pasar la prueba tienen
una última oportunidad de cambiar, sino lo hacen se matan ellos mismos.
-
David, has dicho seis
frascos, somos siete elegidos, me estás contando todo esto, algo no me cuadra.
-
Sabía perfectamente
que tú superarías la prueba y seguirías viviendo, nos quedan muchas cosas que
hacer juntos. ¿Qué me dices?
-
Que todo parece una
locura, pero que cuentes conmigo.
Y así Esther se conviertió en la cómplice y ayudante de su amado David.
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